Como en la mayoría de los Ayuntamientos de España, la de la luz es la mayor factura a la que hay que hacer frente cada mes, junto con la de personal. Y como en el actual contexto económico hacer frente a una factura es como escalar un ochomil, pues parece de sabios tratar de reducir la altitud a escalar. Y así lo ha hecho, muy acertadamente en mi opinión, el Ayuntamiento de Guadalajara.
El alcalde de esta ciudad, fundada por los árabes en un otero entre dos barrancos, es, desde hace tres legislaturas, Antonio Román, del PP. Y Román vive desde 2015, como su ciudad, entre dos abismos, el de la abstención de Ciudadanos que permite su frágil mayoría, y el de la posible triple alianza (PSOE, Ahora Guadalajara y Ciudadanos) que le pondría en la calle.

Así que con el ánimo de hacer bien las cosas y de rodearse también de los que saben hacerlas mejor, el Ayuntamiento de Guadalajara adjudicó en 2015 a una empresa especializada un contrato de varios años, para el rediseño, el suministro, la gestión y el mantenimiento del alumbrado público y los semáforos.

Con este contrato el Ayuntamiento no solo ha conseguido reducir notablemente la factura de alumbrado, que no es poco. También le ha dado a la ciudad un aspecto más moderno, que curiosamente conjunta bien con su patrimonio medieval, y mejorar la eficiencia energética al disminuir las dañinas emisiones de CO2, para situarse a la cabeza de los consistorios españoles en esta materia y conseguir uno de los mejores ratios de emisiones por habitante, todo un ejemplo de eficiencia a seguir.

Para conseguirlo ha sido fundamental contar con la ayuda y la inteligencia de la empresa privada _vade retro Satanás_ que ha aportado los estudios técnicos los conocimientos y la financiación de todo este proyecto que ha permitido a esta ciudad a caballo entre dos barrancos y entre la Alcarria y la Campiña, mantener los niveles de confort y seguridad y que sus habitantes puedan volver a ver las estrellas, al tiempo que gastan menos y ahorran más energía.

Para llevar a buen puerto todo esto ha sido necesario realizar un extenso y documentado trabajo de campo, aquí es donde entra el necesario know how que solo una empresa especializada puede ofrecer, en el que se han recogido datos de cada una de las más de 600 calles del municipio, anchuras de las calzadas, aceras, medidas de las medianas, distancias entre puntos de luz y alturas de los soportes.

Posteriormente se realizaron simulaciones, se eligieron proveedores de los modelos de luminarias que mejor se adaptaban a las especificaciones y se buscaron las mejores soluciones para cada calle, con criterios estrictamente técnicos, es decir, lo que viene siendo hacer las cosas bien.

A finales de octubre de 2015 se comenzó la sustitución de luminarias, que finalizó en marzo de 2016, con lo que se cumplieron perfectamente los plazos estipulados. La inversión total ha sido de más de seis millones de euros. Mucho dinero, pero muy poco si tenemos en cuenta que el objetivo fijado es el de reducir durante los años de vigencia del contrato el consumo energético en más de un 68 por ciento. Y las cifras son espectaculares. Esta reducción representa un ahorro anual de casi seis millones y medio de kilovatios hora, lo que equivale a un ahorro en emisiones de CO2 anual de casi 4.200 toneladas.

Así que lo dicho, todo un ejemplo a seguir el de este Ayuntamiento de Guadalajara, que moderniza la ciudad, presta un mejor servicio a los ciudadanos y no duda en colaborar con empresas privadas para conseguir financiar una inversión y reducir sus gastos, al tiempo que contribuye a reducir el consumo de energía y las emisiones de CO2. Vayan otros tomando nota.

Diego Jalón