Volvemos del verano y parece que estamos todos de vuelta. De vuelta a darle la vuelta a lo que hace el otro. Esta es una costumbre que parece ya tan española como la siesta o la tortilla de patatas. Llega una administración, sea nacional regional o local, y planea y ejecuta unas medidas, que ya pueden ser desde una ley de educación, un trasvase del Ebro o un plan urbanístico. Con el dinero de todos, como siempre. Luego se celebran elecciones, gana otro partido, cambia la administración y lo primero que hace es darle la vuelta a esas medidas y volver a cambiarlas, otra vez, con el dinero de todos.

Esta es la triste historia de nuestro país en los últimos años, con trasvases de ida y vuelta, tropecientos planes educativos o infraestructuras abandonadas durante años como el tranvía de Jaén. Una historia que nos impide sacar fuera del debate político asuntos tan importantes como el sistema educativo, el sanitario o los planes nacionales de agua, energía o infraestructuras, por citar algunos ejemplos de asuntos que llevan años pidiendo a gritos un imposible acuerdo de Estado que ponga de una vez fin a los vaivenes.

Bueno pues todavía aterrizando de las vacaciones, con algo de arena de playa aún en los zapatos, los madrileños se desayunan con las declaraciones del portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid: “El centro es una ratonera y la Gran Vía una zona colapsada donde la ampliación de aceras ha beneficiado solo a los manteros”. José Luis Martínez-Almeida señala a continuación que las obras de reforma de la Gran Vía, que el gobierno de la alcaldesa, Manuela Carmena, cerrará al tráfico de los no residentes a partir noviembre, son lo primero que van a devolver a su estado anterior los populares según ganen las municipales de mayo de 2019, lo que ya dan casi por hecho.

Y además, anuncia que también devolverán a los coches ejes como San Bernardo y Hortaleza ya que, según explica, no pueden cerrarse al tráfico mientras no haya alternativas. Y eso que el PP todavía no tiene candidato ni programa electoral. Pero ya saben que de lo que se trata es de oponerse a lo que hizo su antecesor.

Y no es que el PP no tenga posiblemente razón respecto al colapso que puede generar el cierre de la Gran vía y otras calles principales del centro. Así lo creen también los hosteleros de la calle Montera, cuyo presidente se lamenta de la caída de ventas por las obras en Gran Vía y señala también problemas de abastecimiento y aumento de los atascos. Probablemente el portavoz popular tenga razón y la peatonalización de estas vías sea una muy mala idea.

Ya tuvo que dar marcha atrás la propia Carmena cuando peatonalizó Galileo. Y es que cuando se hacen cambios urbanísticos de esta envergadura sin contar con estudios previos rigurosos de las consecuencias para el tráfico, para la movilidad y para el acceso de suministros a tiendas, restaurantes, bares y almacenes, cuando las cosas se hacen simplemente por impulsos ideológicos o siguiendo mantras como “el coche es malo”, lo previsible es que la cosa acabe en desastre.

Pero aunque el portavoz popular tenga razón, seguimos echando de menos dos cosas. Por un lado, esos estudios serios, técnicos, completos y rigurosos que no ha hecho Carmena pero que tampoco presenta el PP. Y por otro, y esto es lo más importante, que los políticos, que al final no son más que los gestores del dinero que cada año nos rapiñan de nuestros sueldos con los impuestos, se pongan de acuerdo sobre el modelo de ciudad más adecuado y eficiente.

Alcanzar acuerdos es difícil, por supuesto, pero no debería resultar imposible. Esta actuación del Ayuntamiento en una de las calles más importantes y transitadas de la ciudad no debería emplearse como arma electoral. Pero, además, parece que no se ha tenido en cuenta la opinión de los madrileños, a los que Carmena sí consulta en otras ocasiones. Según un estudio realizado por la plataforma AutoScout24, el 73% de los madrileños estaría en contra de esta peatonalización.

La encuesta evidencia el temor, por otro lado perfectamente comprensible, de los ciudadanos a que la decisión del Ayuntamiento de prohibir el paso de vehículos privados y reducir los carriles de una de las principales arterias de la ciudad congestione todavía más el tráfico en el centro.

Si bien es cierto que el Ayuntamiento no plantea la peatonalización de Gran Vía como una solución al tráfico, sino como una mejora del espacio público que permita reducir la contaminación, la postura de los ciudadanos parece instar al ayuntamiento a reflexionar, no estaría mal que lo hiciesen no solo en este caso sino en general, sobre el impacto que este cambio tendrá en la movilidad.

La mayoría de los encuestados señala que el tráfico afecta a toda la ciudad y que actuar sobre un punto concreto repercutirá en el resto, ya que serán las vías aledañas las que tendrán que absorber el flujo de vehículos desplazados. Por esta razón, siete de cada diez vecinos coincide en que por muy limpio que sea el objetivo que persigue el consistorio, deben medirse las consecuencias para evitar que el remedio sea peor que la enfermedad.

Y otros madrileños, el 27% de los encuestados, creen sin embargo que la peatonalización de la calle más conocida de Madrid no sólo mejorará la calidad del aire sino que tendrá un efecto positivo en el comercio ya que piensan que dar mayor protagonismo al peatón favorece el paso de mayor cantidad de gente y por tanto, el consumo.

En este sentido, señalan ejemplos de otras obras similares ya ejecutadas, como es el caso de la peatonalización de la calle Preciados, la calle Fuencarral o del ensanchamiento de las aceras en la calle Serrano que, según declaran, les han animado a pasear más o a acceder más fácilmente a las tiendas.

Según el director de AutoScout24 España, Gerardo Cabañas, “los resultados del estudio ponen de manifiesto que toda decisión debe plantearse desde una estrategia global. Lo deseable sería el desarrollo de un plan integral y transversal de movilidad donde todas las soluciones -coche, transporte público, bicis…- estuvieran bien contempladas. Además, en lugar de poner el foco en una sola calle sería bueno tener una perspectiva más amplia”.

Poco se puede añadir a estas declaraciones cargadas de sentido común. Elaborar un plan global, con criterios técnicos y consensuarlo con todos los partidos es la única forma de que, de una vez por todas, los políticos dejen de gastarse lo que tanto nos cuesta ganar en peatonalizaciones de ida y vuelta.

Diego Jalón