Cuenta la historia que en los Tercios españoles, que venían a ser la unidad de élite de nuestro ejército durante el reinado de los Austrias, cada soldado recibía una paga que incluía el coste de sus necesidades militares. Por ello, por ejemplo, un piquero cobraba menos que un arcabucero, ya que este debía financiar de su bolsillo el armamento y la munición. O que los de caballería, que tenían que mantener a sus caballos. Y por supuesto, todos los que usaban armas de fuego se tenían que pagar su propia pólvora. Y como salía de su bolsillo, se cuidaban mucho de disparar sin asegurar el blanco. Pero a veces, en caso de batallas importantes o de asedios estratégicos, los Tercios recibían pólvora de almacenes o polvorines de las arcas reales. Y entonces se disparaba más y, aunque seguramente bajaba la eficiencia, se conseguían antes los objetivos. Decían los soldados que “con la pólvora del Rey, buenas salvas”.

Y eso deben pensar también los populistas que bajo cientos de siglas distintas han ocupado, sobre todo durante la pasada legislatura, los Ayuntamientos de algunas de las principales ciudades de España. Claro que como no son precisamente monárquicos, ni nuestro Rey tiene hoy en día polvorines ni nutridas arcas reales, los podemitas han decidido que, a falta de pólvora del Rey, por qué no disparar sus salvas con pólvora de los ciudadanos, que cada día, cada mes, cada trimestre y cada año pagamos puntualmente nuestros impuestos para llenar arcas y polvorines.

Y lo peor es que cuando los populistas llegan al poder y se ponen a disparar con la pólvora de los ciudadanos, ni aumenta la eficiencia ni consiguen ningún objetivo. Cada día nos enteramos de nuevos ejemplos de la gestión nefasta que las filiales de Podemos, en muchos casos con el apoyo del PSOE, pusieron en práctica durante la pasada legislatura y de su curiosa forma de entender el mandato que los ciudadanos les dieron para administrar los Ayuntamientos.

Tras conocer los excesos de Carmena en Madrid, que cuadraba las cifras a base de no ejecutar los presupuestos y luego apretaba el acelerador del gasto en los meses anteriores a las elecciones, ahora hemos sabido cómo se las gastaban los podemitas en otro de sus ayuntamientos más importantes, el de Zaragoza, donde una auditoría encargada por el nuevo alcalde ha descubierto un colosal agujero en las cuentas municipales.

Es el último episodio, aunque no se descartan nuevas entregas, de esta serie protagonizada por los desfases presupuestarios que han protagonizado los titulares de la prensa local zaragozana desde que, a finales de junio, llegó el nuevo gobierno municipal y empezó a revisar la herencia otorgada ab intestato por el matrimonio Podemos-IU, bajo la denominación de Zaragoza en Común (ZEC).

Unas deudas acumuladas totales de más de mil millones de euros; 23 sentencias condenatorias por morosidad que obligan al Ayuntamiento de la capital aragonesa a pagar a contratas municipales decenas de millones de euros. Y esta última auditoría calcula que son algo más de 100 millones de euros las obligaciones de pago que hay que afrontar este mismo año.

Y por supuesto, estos pagos no están previstos en el presupuesto, también recibido en herencia. Así que, a día de hoy, a Zaragoza le faltan más de cien millones de euros en sus cuentas. Y no parece que los pueda encontrar antes de final de año. Ni tiene liquidez ni va a conseguirla a tiempo, con lo que solo queda el remedio de cargar los pagos al presupuesto del próximo año.
Para el que le gusten las cuentas algo más que al alcalde y a los concejales de ZEC, la foto en detalle es la siguiente: 37 millones de euros por esas 23 sentencias condenatorias por morosidad, 2,8 millones por pagos pendientes de una expropiación realizada hace años y por una sentencia sobre la línea de autobús del aeropuerto y 35,1 millones por revisiones de precios, liquidaciones y certificaciones pendientes de grandes contratas municipales. A lo que hay que añadir otros 14,6 millones por revisiones de precios del contrato de limpieza de 2017 y 2018, 3,6 millones de euros por gastos derivados de procedimientos expropiatorios en trámite y convenios urbanísticos y 24,37 millones de euros por infradotaciones presupuestarias, es decir, por capítulos fijos de gasto que el anterior gobierno municipal presupuestó con mucho menos dinero del que realmente necesitaban.

Es una foto con muy alta definición de lo que ocurre cuando quienes se ponen a gestionar solo se preocupan precisamente de las fotos, de los trinos en las redes sociales, de los eslóganes de ideologías pasadas de fecha y de intentar tomar el pelo a los ciudadanos. Unos vecinos que al final serán los que acaben pagando, con más impuestos y peores servicios, la desfachatez de unos políticos que se han dedicado durante años a disparar con pólvora del Rey, seguros de que luego si te he visto no me acuerdo y de que en este país no paga quien comete estas tropelías con el dinero de todos. Una bicoca. Expresión que por cierto también pusieron de moda los arcabuceros de Carlos I

Diego Jalón