El ayuntamiento de Barcelona, que preside Ada Colau, ha anunciado que no repondrá los más de 1.000 contenedores para la recogida de basura quemados durante las protestas independentistas de los pasados días en la ciudad, “hasta que se puedan normalizar los servicios y según evolucionen los acontecimientos”, aunque sí se recogerán las bolsas de basura. O, dicho de otra manera, que Ada ha decidido que hasta que la situación se normalice, no piensa dar a los manifestantes más combustible a costa de los impuestos municipales. La idea en principio parece correcta, pero hay que hacer algunas objeciones. En primer lugar, la incomodidad que esto va a provocar a los vecinos, que se verán obligados a dejar sus bolsas de basura en el punto en el que solían estar los contenedores, pero solo a partir de las ocho de la tarde. Así que tendrán que plegarse al horario indicado y soportar el mal olor que las bolsas acumuladas en la calle puedan generar.

Además, como lo quemado eran contenedores de recogida selectiva, se pide a los vecinos que de momento guarden en sus casas los envases de reciclaje de papel, cartón y vidrio. Pero bueno es lo que toca cuando se vive en una ciudad en la que la alcaldesa se lamenta de que se quemen más de mil contenedores y de los destrozos en el mobiliario urbano, mientras pide al mismo tiempo a los Mossos que no carguen contra gente pacífica.

Es lo que toca cuando uno vive en un “país” en el que la razón y la inteligencia han ardido junto con los contenedores en la pira de una huida hacia adelante en la que también resultan afectados los servicios municipales, los más básicos y los que más afectan a la vida cotidiana de los ciudadanos. Y una alcaldesa que en vez de pedir a las autoridades competentes, Mossos y Policía, que protejan con contundencia los contenedores y el mobiliario urbano, prefiere no reponerlos y que sean los ciudadanos quienes guarden su basura en casa.

Por no hablar de la otra solución que ha propuesto la incontinente alcaldesa, en la línea de la de no reponer los contenedores, pero que va mucho más allá en cuanto a audacia en la gestión de la ciudad. La última idea de Colau ha sido la de proponer que sea la Policía la que cambie la ubicación de la Jefatura Superior de Policía.

Por medio del concejal de Ciutat Vella, Jordi Rabassa, el Ayuntamiento de Colau ha enviado una carta al jefe de la Policía en Cataluña en la que le explica su «convencimiento de que este lugar, Via Laietana 43, no es el espacio idóneo para un equipamiento de estas características y que hay que iniciar un diálogo sobre su futuro en otra ubicación». Y es que tiene razón Colau, ¿a quién se le ocurre situar la Jefatura justo en el sitio en el que los independentistas lanzan las piedras?

Así que en vez de apoyar a la Policía y reclamar que quienes se vayan de las calles sean los que queman los contenedores y destrozan la ciudad, Colau razona “out of the box” y propone soluciones muy imaginativas. Sin contenedores que quemar y sin Policía a la que tirar piedras, se acabó la violencia en Barcelona. Quizá, solo por si acaso, convendría también retirar bancos, semáforos, farolas, vallas y papeleras, no vaya a ser que estos elementos provoquen nuevos disturbios.

También aporta su granito de arena desde la cárcel de LLedoners, el líder de ERC, ex vicepresidente y condenado por sedición y malversación, Oriol Junqueras, quien ha explicado que «quemar un contenedor no es más útil que hacer un doctorado. Cualquiera puede quemar un contenedor, y también puede ser que alguien lo haga en contra tuyo”. Y algo de razón tiene, que las cosas se sabe siempre como empiezan pero… Aunque a veces, como en su caso, tampoco parece que haya resultado muy útil hacer un doctorado. Incluso si lo pensamos bien, hoy en día casi cualquiera puede hacer uno, si no, que se lo pregunten a Pedro Sánchez o a Cristina Cifuentes.

Una pena que los violentos no le hagan caso y se pongan a estudiar, y también que Colau no haga caso al concejal Paco Sierra, quien le ha explicado que no debería tener la desfachatez de “normalizar la violencia con el dinero de todos los barceloneses». Pero de momento, los que se quedan sin contenedores son los vecinos del Eixample, especialmente la parte Dreta, los de la zona sur de Gràcia en el entorno dels Jardinets y los del norte de Ciutat Vella, por la plaza de Urquinaona. Veremos qué pasa si la violencia se extiende a otros barrios.

Diego Jalón